Algunas veces gano y otras veces pongo un circo y me crecen los enanos......

"Que se llama soledad. J.Sabina"



25/11/13

ESAS COSAS TONTAS...

Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el pequeño Ernesto de 5 años se levantó de su cama y fue al cuarto de sus padres. Se paró junto a la cama del lado de su papá y tirando de las cobijas lo despertó. 
- ¿Cuánto ganas, papá? – le preguntó 
- Ehhh... ¿cómo? – preguntó el padre entre sueños. 
- Que cuánto ganas en el trabajo. 
- Hijo, son las doce de la noche, vete a dormir. 
- Si papi, ya me voy, pero  ¿cuánto ganas en el trabajo? 
El padre se incorporó en la cama y en grito ahogado le ordenó: 
- ¡Te vas a la cama inmediatamente, esos no son temas para que tu preguntes! ¡¡y menos a la medianoche!! – y extendió su dedo señalando la puerta. 
Ernesto bajó la cabeza y se fue a su cuarto. 
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido demasiado severo con Ernesto y que su curiosidad no merecía tanto reproche. En un intento de reparar, en la cena el padre decidió contestarle al hijo. 
- Respecto de la pregunta de anoche, Ernesto, yo tengo un sueldo de 2.800 euros pero con los descuentos me quedan unos 2.200. 
- ¡Uhh!... cuánto que ganas, papi – contestó Ernesto. 
- No tanto hijo, hay muchos gastos. 
- Ahh... y trabajas muchas horas. 
- Si hijo, muchas horas. 
- ¿Cuántas papi? 
- Todo el día, hijo, todo el día. 
- Ahh – asintió el chico, y siguió – entonces tu tienes mucho dinero ¿no?. 
- Basta de preguntas, eres muy pequeño para estar hablando de dinero. 
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a dormir. 
Esa noche, una nueva visita de Ernesto interrumpió el sueño de sus padres. Esta vez traía un papel con números garabateados en la mano. 
- Papi ¿ me puedes prestar cinco euros? 
- Ernesto... ¡¡son las dos de la mañana!! – se quejó el papá. 
- Si pero ¿me puedes... 
El padre no le permitió terminar la frase. 
- Así que este era el tema por el cual estás preguntando tanto del dinero, mocoso impertinente. Vete inmediatamente a la cama ... Fuera de aquí... A tu cama. Vamos. 
Una vez más, esta vuelta puchereando,  Ernesto arrastró los pies hacia la puerta. 
Media hora después, quizás por la conciencia del exceso, quizás por la mediación de la madre o simplemente porque la culpa no lo dejaba dormir, el padre fue al cuarto de su hijo. Desde la puerta escucho lloriquear casi en silencio. Se sentó en su cama y le habló. 
- Perdóname si te grité, Ernesto, pero son las dos de la madrugada, toda la gente está durmiendo, no hay ningún negocio abierto, ¿no puedes esperar hasta mañana?. 
- Si papá – contestó el chico entre mocos. 
El padre metió la mano en su bolsillo y sacó su billetera le extrajo un billete de cinco euros. Lo dejó en la mesita de noche y le dijo: 
- Ahí tienes el dinero que me pediste. 
El chico se secó las lágrimas con la sábana y saltó hasta su ropero, de allí sacó una lata y de la lata unas monedas y unos pocos billetes. Agregó los cinco euros al lado del resto y contó con los dedos cuánto dinero  tenía. Después agarró el dinero entre las manos y lo puso en la cama frente a su padre que lo miraba sonriendo. 
- Ahora si – dijo Ernesto – llego justo, nueve euros con cincuenta céntimos. 
- Muy bien hijo, ¿y que vas a hacer con ese dinero? 
- ¿Me vendes una hora de tu tiempo, papi?. 

Cuando alguien te quiere, sus acciones dejan ver claramente cuánto le importas. Estas cosas tontas son solo una forma de demostrar amor, de pedir tu atención y de querer compartir cosas con la persona que queremos, por ello debemos darles la importancia que merecen.  ;) 



No hay comentarios: